Cuidados post‑láser esenciales para evitar marcas o hiperpigmentación

Inesbe

Medicina Estética

Tabla de contenidos


El tratamiento láser ofrece resultados impresionantes, ya sea en eliminación de tatuajes, manchas o rejuvenecimiento cutáneo. Pero lo que viene después es igual de crucial: sin una correcta recuperación, el riesgo de hiperpigmentación, marcas o cicatrices aumenta. En este artículo, vamos a compartirte los cuidados post‑láser imprescindibles para proteger la piel, favorecer una recuperación sana y asegurar los mejores resultados posibles.

Limpieza y protección de la zona tratada

Tras un tratamiento con láser, la piel se encuentra más sensible y expuesta, por lo que es esencial mantenerla limpia y bien protegida para evitar infecciones, rojeces prolongadas o aparición de marcas. La higiene diaria debe hacerse con suavidad, utilizando agua tibia y un limpiador suave o neutro, sin perfumes ni alcoholes.

Sécala sin frotar, dando pequeños toques con una toalla limpia y de uso exclusivo para la zona tratada. Después de la limpieza, se recomienda aplicar una crema cicatrizante o regeneradora indicada por el profesional, como puede ser vaselina, Aquaphor o una pomada antibacteriana si así lo pauta el centro estético o dermatológico.

Cubrir la zona con una gasa estéril durante las primeras 24 a 48 horas también puede ser recomendable, especialmente si han aparecido ampollas o si se ha tratado una zona extensa. A partir de ese momento, es preferible mantenerla al aire libre siempre que se esté en un entorno limpio. Este primer paso es clave para evitar complicaciones y asegurar una correcta recuperación cutánea.

Evitar sol directo y optar por protección solar alta

Después de cualquier tratamiento con láser, la piel queda especialmente vulnerable a los efectos del sol. La exposición solar directa puede provocar hiperpigmentaciones, manchas oscuras o, en los casos más graves, quemaduras. Por eso, uno de los cuidados post-láser más importantes es evitar completamente el sol durante al menos dos semanas tras la sesión, o el tiempo que recomiende el profesional.

Cuando sea inevitable salir al exterior, incluso en días nublados, es fundamental aplicar un fotoprotector de amplio espectro (UVA y UVB) con un SPF 50 o superior. Este debe aplicarse al menos 20 minutos antes de la exposición y reaplicarse cada 2 horas si se permanece al aire libre. Además, se recomienda complementar el uso del protector solar con medidas físicas como sombreros, gafas de sol o ropa que cubra la zona tratada.

Recordar a los clientes la importancia de este cuidado no solo mejora los resultados estéticos, sino que también evita efectos secundarios que pueden alargar la recuperación.

No tocar, reventar ni rascar zonas afectadas

Tras una sesión con láser estético, es común que la piel reaccione con enrojecimiento, inflamación leve, formación de costras o pequeñas ampollas, dependiendo del tipo de tratamiento. Aunque estos efectos secundarios son temporales y forman parte del proceso de recuperación, es esencial evitar tocar, rascar o reventar cualquier zona afectada.

Manipular la piel en este estado puede interrumpir el proceso de cicatrización, aumentar el riesgo de infección, dejar cicatrices permanentes o provocar hiperpigmentaciones. Incluso si aparece picor o tirantez, es preferible calmar la zona con productos específicos recomendados por el profesional, como geles calmantes o cremas con aloe vera, en lugar de recurrir al rascado.

Este cuidado es especialmente importante en tratamientos de eliminación de tatuajes, manchas o rejuvenecimiento facial, donde la regeneración cutánea es clave para conseguir resultados óptimos. Una correcta educación al cliente en este punto es responsabilidad del profesional, y en INESBE, lo abordamos como parte fundamental de la formación en aparatología estética y tratamientos láser.

Evitar humedad excesiva y calor

Durante los primeros días tras un tratamiento con láser estético, es fundamental evitar la exposición a ambientes con humedad excesiva o altas temperaturas, ya que pueden interferir en el proceso natural de recuperación de la piel.

Esto incluye baños calientes, saunas, jacuzzis, piscinas o duchas prolongadas con agua muy caliente. El calor dilata los poros y puede favorecer la irritación o inflamación de la zona tratada, además de aumentar el riesgo de infecciones si hay costras o heridas abiertas. Por su parte, la humedad puede ablandar las capas superficiales de la piel en regeneración, dificultando la formación de una barrera cutánea sólida y estable.

Lo ideal es optar por duchas breves con agua tibia, mantener la piel seca y limpia, y evitar ambientes cerrados o mal ventilados. Estas precauciones simples ayudan a prevenir complicaciones y a garantizar que el resultado del tratamiento con láser sea el más eficaz y seguro posible.

Elevar y enfriar para manejar hinchazón y malestar

Es habitual que tras un tratamiento con láser aparezca cierta hinchazón o sensación de malestar, especialmente en zonas sensibles. Para aliviarlo, se recomienda aplicar compresas frías envueltas en un paño limpio, sin ejercer presión directa sobre la piel. Este gesto no solo calma, sino que ayuda a reducir la inflamación y la incomodidad.

Además, si la zona tratada lo permite, elevarla ligeramente puede facilitar el drenaje y disminuir la congestión. En caso de necesitar medicación, es preferible optar por paracetamol, ya que ciertos antiinflamatorios pueden interferir con el proceso de cicatrización o aumentar el riesgo de efectos adversos.

Hidratación, nutrición y vitamina E

Una piel bien nutrida e hidratada se recupera mejor y más rápido. Beber suficiente agua durante los días posteriores al tratamiento favorece la oxigenación de los tejidos y contribuye al proceso de regeneración celular.

Asimismo, la aplicación tópica de productos que contengan vitamina E puede ser muy beneficiosa. Esta vitamina posee propiedades antioxidantes y regeneradoras que ayudan a mejorar la textura, la pigmentación y la elasticidad de la piel. Se puede aplicar mediante un suave masaje circular, siempre que la piel no esté irritada o con heridas abiertas, para estimular la circulación y potenciar la reparación cutánea.

Control de hiper e hipopigmentación

Uno de los efectos secundarios más comunes tras un tratamiento con láser es la alteración en la pigmentación de la piel. Esto puede manifestarse en forma de hiperpigmentación (manchas más oscuras) o hipopigmentación (zonas más claras), especialmente en personas con fototipos medios y altos.

La hiperpigmentación suele ser temporal y se puede tratar con cosméticos despigmentantes y una correcta protección solar diaria. Por su parte, la hipopigmentación también puede resolverse con el tiempo, y en muchos casos mejora si se aumenta el intervalo entre sesiones para que la piel tenga más tiempo de recuperarse. Lo importante es no alarmarse y seguir las recomendaciones del profesional que realiza el tratamiento.

Conoce tu piel y planifica los seguimientos

Cada piel es única, y entender sus características es clave para evitar complicaciones. Las pieles de fototipos IV a VI según la escala de Fitzpatrick tienen mayor tendencia a presentar alteraciones pigmentarias tras procedimientos con láser, por lo que requieren precauciones adicionales.

En estos casos, es recomendable espaciar más las sesiones y personalizar los parámetros del equipo. Además, asistir a las consultas de seguimiento es esencial para que el especialista pueda evaluar la evolución, ajustar el tratamiento si es necesario y aplicar medidas preventivas si se detecta algún signo de irritación o hipersensibilidad.

En conclusión, los cuidados post‑láser son determinantes para garantizar una recuperación saludable y evitar secuelas como marcas o hiperpigmentación. Con una rutina adecuada —limpieza suave, protección solar, hidratación, evitar el sol y cuidados específicos en función del tipo de piel— puedes asegurar resultados óptimos. Si quieres profundizar, INESBE te ofrece formación especializada para profesionalizar tus protocolos y ofrecer lo mejor a tus clientes.